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Papua Nueva Guinea registra una de las tasas de violencia física contra mujeres y niños más elevadas del mundo: según datos de UNICEF, cerca del 80 por ciento de los niños son víctimas de abuso verbal, y tres de cada cuatro mujeres y niños son objeto de violencia física.

  La mayoría de las 800 tribus que componen el país viven en regiones remotas, inaccesibles, donde la tradición impone las familias expandidas y una cultura patriarcal donde las mujeres y las niñas carecen del valor que se les concede a los hombres y a los jóvenes, y dónde los niños adoptados o huérfanos atraviesan tiempos especialmente difíciles.

  Los jóvenes que son delincuentes callejeros se encuentran también especialmente afectados por la violencia policial. Según un estudio difundido por Human Rights Watch, tres de cada cuatro jóvenes han experimentado alguna forma de violencia policial en algún momento de sus vidas, recibiendo palizas con culatas de pistola y barras de acero. Algunos de los padres de estos jóvenes criminales se muestran especialmente partidarios de este tipo de acción disciplinaria, según UNICEF.

REFUGIOS SEGUROS

   Muchos de los afectados buscan refugio como el que les proporciona el Centro de Apoyo a las Familias de la capital, Port Moresby, abierto en 1999 y que depende de los salarios del hospital de la principal ciudad de Papua Nueva Guinea.

   UNICEF, por otra parte su apoyo al Comité de Acción contra la Violencia Sexual de la Familia, una ONG capasita a grupos comunitarios por todo el país y que presta el servicio de consejería en cinco centros hospitalarios provinciales.

   “El Gobierno se ha comprometido a establecer Centros de Apoyo en todos los hospitales para veneficiar a las familias afectadas

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